martes, 4 de diciembre de 2012

Anton y los baños de luna

Antón, el jefe de los monos, ha perdido
su alegría habitual y anda triste y melancólico
todo el día. Nadie sabe cuál es la
causa de su pesar, hasta que un día Sira y
Federico lo explican todo. Hace tiempo,
Federico, intrigado porque Sira le dijo
que con ese nombre era normal que le
gustase la música, va a visitar a Tamara,
que da clases en la ciudad, quien le explica
que hubo un pianista muy famoso llamado
Federico Chopin, y le sugiere que
asista a un concierto que va a haber en el
auditorio en el que tocará un músico
muy bueno llamado Pietranovski.
Federico intenta entonces convencer a
Antón para que vayan al concierto de
piano, pero a éste no parece interesarle
lo más mínimo.
Como es habitual, Federico, a fuerza de
insistir con todo tipo de trucos y trampas,
consigue que Antón le acompañe al recital,
pero, cuando llegan, descubren que finalmente
el intérprete no será Pietranovski,
sino su hermana Raskolnikova.
En el concierto, embriagado por la música,
Antón se enamora de la pianista, e intenta
verla a la salida, pero ella ya se ha
marchado. Desde ese día, Antón no puede
pensar en otra cosa. No habla con sus
vecinos, ni parece ver a nadie; simplemente
deambula por la noche, con una
extraña cara que hace pensar que se encuentra
poseído por algún ser maligno.
Los monos deciden seguirle, para ver qué
es lo que hace durante estos paseos, y encontrar
así la causa de su mal, pero lo
único que descubren es que camina hasta
una colina y allí se sienta, frente a la
luna, y la contempla durante un largo
rato entre suspiros de enamorado.

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